Salgo de mi casa en Medellín – Colombia el 03 de enero del 2020 con una maleta llena de sueños y expectativa. Con la emoción inmensa que siente un viajero al emprender una nueva aventura, mi corazón late fuertemente, ¿cómo podría alguien describir lo que se siente subir en un avión con destino a lo desconocido? Es una mezcla entre incertidumbre y alegría de ver un pedacito nuevo del mundo, oír otras voces y conocer la diversidad cultural que hace del mundo un lugar tan deseable de explorar. ¿Mi destino? Chile, ¿propósito del viaje? Ir a conocer el grupo de compañeros con los cuales había estado aprendiendo durante los últimos meses, para esparcir juntos arte y música por el mundo.
Allí estoy yo, con mi violín en la espalda, lista para encontrarme con un grupo de personas que jamás he visto. En el aeropuerto comienzan a asomarse rostros conocidos entonces decido acercarme. ¿De dónde vienes? Estados unidos, Australia, España, Brasil, Alemania, Reino Unido, Costa Rica, Canadá, Portugal, Nueva Zelanda, Grecia, Bolivia, Afganistán, Colombia, Argentina, Japón entre muchos otros lugares. Muchas horas de vuelo y miles de kilómetros había recorrido cada uno de ellos para llegar hasta Chile para la residencia de la cohorte 2020 del Global Leaders Program.